La ciudad de Dusseldorf vivía en estado de pánico. Las calles quedaban desiertas al oscurecer y se reforzaban puertas y ventanas. Todos los días y en todos lados se comentaban con horror las andanzas del “Vampiro de Dusseldorf”. Las noticias de sus crímenes viajaban por todo el mundo, lo que llevó a esa ciudad a muchos periodistas de todas partes para cubrir los macabros asesinatos, lo que colaboró en el aumento del pánico que dominaba a los habitantes de la ciudad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario